Vagones "chatarra" con disfraz de modernidad


Es el resultado de una cadena de decisiones que privilegió la apariencia sobre la seguridad, la propaganda sobre la técnica, y la improvisación sobre la responsabilidad.

Vagones "chatarra" con disfraz de modernidad
Política
Diciembre 29, 2025 10:42 hrs.
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Michelle López › Informativo Nacional

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El accidente del Tren Interoceánico en Oaxaca, con trece muertos y casi un centenar de heridos, no es un hecho aislado ni una mera fatalidad. Es el resultado de una cadena de decisiones que privilegió la apariencia sobre la seguridad, la propaganda sobre la técnica, y la improvisación sobre la responsabilidad.

El gobierno federal anunció con orgullo una inversión de 60 mil millones de pesos, presentando el proyecto como símbolo de modernidad. Sin embargo, los vagones accidentados eran Budd Standard Passenger Coach fabricados en Estados Unidos entre 1950 y 1960. Material rodante con más de seis décadas de antigüedad, adquirido como si fuera nuevo.

A ello se suman las locomotoras clase 43 y los vagones de segunda mano provenientes del Reino Unido, así como las locomotoras SD70M desechadas por Union Pacific en Estados Unidos. Todo reacondicionado y presentado como ’moderno’. El propio gobierno admitió que el servicio comenzó con material rodante reacondicionado, pero lo vendió como un logro de primer mundo.

La Auditoría Superior de la Federación ya había advertido irregularidades: pagos en exceso, duplicidad de contratos, trabajos inexistentes y fallas estructurales. Y no es la primera vez que la infraestructura falla: en 2022, los durmientes del tramo Palomares–Nuevo Progreso colapsaron, doblando dos kilómetros de vía.

Pero el problema no se limita al material rodante. La calidad del balastro —esa piedra que sostiene y estabiliza las vías— ha sido cuestionada desde el inicio. Un balastro mal seleccionado o de baja resistencia compromete la estabilidad de la vía, favorece hundimientos y aumenta el riesgo de descarrilamientos. A ello se suman rieles y durmientes instalados con deficiencias técnicas, que convierten cada kilómetro en una amenaza latente.

La tragedia de Oaxaca revela que la modernidad no se construye con fierro viejo ni con balastro de mala calidad. La infraestructura ferroviaria exige rigor técnico, transparencia en las adquisiciones y respeto por la vida de quienes viajan. Cuando se sustituyen estos principios por propaganda, el resultado es el luto de trece familias mexicanas y la desconfianza de toda una sociedad.

El ensayo de esta tragedia es claro, la modernidad no puede improvisarse ni maquillarse. Se construye con responsabilidad, con materiales adecuados, con procesos transparentes y con un compromiso real hacia la seguridad pública. De lo contrario, lo que se presume como progreso se convierte en chatarra disfrazada de futuro.

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