Maullidos Urbanos
Gato de Barrio
Cuando se analiza el regreso a clases presenciales –incluso en la Ciudad de México ya se fijó el lunes 7 de junio como la fecha para que suceda–, hay que voltear al Estado de Campeche donde el pasado sábado la Secretaría de Educación de esa entidad anunció la suspensión de la asistencia de alumnos a las escuelas, ya que esa entidad pasó del semáforo epidemiológico de verde al amarillo, al igual que Nayarit, donde supuestamente hoy regresarían a las aulas.
Esto sucede porque se registró un aumento en el número de contagios de covid-19 y, de acuerdo con el protocolo sanitario, una de las medidas anticipadas es la suspensión de las clases presenciales, lo que ahora sucederá en los 135 planteles participantes en el Plan Piloto para la Reactivación Escalonada Mixta en Campeche.
Téngase en cuenta que en septiembre, esta entidad fue el primer estado en pasar al semáforo verde, incluso el primero en vacunar contra el coronavirus a su personal educativo a fin de reabrir las escuelas. Ahora se espera que para regresar a clases presenciales en ambas entidades cuando se regrese al verde, es decir que volvió a reducirse el riesgo de contagio.
Si bien en la más reciente actualización del citado semáforo epidemiológico ya ninguna entidad está en color rojo, solo a Quintana Roo –por cierto vecino a Campeche–, se le coloca en naranja, mientras a quince se les coloca en amarillo y a 16 en verde, lo cual debe interpretarse como que la pandemia se mantiene vigente y hasta como lo reiteran las mismas autoridades, no debemos descuidarnos ni, mucho menos, bajar la guardia.
Por ello se debe reconsiderar la idea del regreso a clases presencial, la cual cumple más un interés político que educativo, más en esta temporada electoral, ante el latente riesgo de contagio mientras no se logre la inmunización de por lo menos 90 millones de persona residentes en todo el país.
En caso de reabrir las escuelas sería menos de un mes efectivo de clases, que serían mixtas, cuando el ciclo escolar ya termina en julio; por ello realmente no sería de gran utilidad a los alumnos. Mejor se debe esperar al nuevo año escolar a fin de evaluar a los estudiantes y tratar de ubicarlos en el nivel de aprovechamiento más acorde a lo aprendido en casa.
Lo adecuado sería omitir el interés político para mejor reparar los daños en los planteles, ya sea por el prolongado abandono sufrido por más de un año o por el impune saqueo de que fueron objeto, a fin de adecuarlos para cumplir con todas las medidas sanitarias necesarias, entre ellas garantizar que cuenten con agua suficiente para la higiene personal y del inmueble
