El origen de todas las acciones humanas es cubrir nuestras necesidades existenciales: materiales y sensoriales. Es decir, lo que somos socialmente e individualmente. Particularmente en el arte, expresamos nuestro sentir y pensar comunicándolo a nuestros semejantes.
El arte es una necesidad vital de reconocimiento ante la conciencia de que, cada uno de nosotros estamos irremisiblemente solos en la vida, desde que nacemos hasta morir; de ahí la invención de seres divinos, mágicos y
sobrenaturales para que nos guíen y protejan de los embates de la vida y la naturaleza.
Desde la prehistoria hasta hoy esta esencia humana no ha cambiado, ni podrá cambiarse por más que la ciencia y la tecnología muchas veces caminen en sentido contrario.
Esas necesidades autoafirmación en la tierra y ante la naturaleza, condujo hombre desde su fase primitiva a protegerse: vestido, resguardarse en cuevas, construir dólmenes (piedras encimadas), y a convivir en grupos; después los grupos o tribus se convirtieron en organizaciones complejas (estados, gobiernos, etc.)
De estas manifestaciones primitivas: pintura rupestre, dólmenes. Vestido, vasijas, danza, escritura, escultura, literatura, se derivan dos tipos de cosas, las útiles, como la arquitectura, los textiles, la orfebrería, etc., es decir, objetos utilitarios (con valor de uso), pero también se derivaron objetos no utilitarios: danza, literatura, escultura, música, pintura, teatro (valor de apreciación - contemplación)
En ambos casos a toda clase de objetos se les confiere valor estético:
admiración, sorpresa, creatividad, belleza, rechazo; o sea que, genera algún sentimiento o pensamiento, gusto o disgusto, además de su utilidad o no utilidad.
Actualmente, las sociedades humanas organizadas en regímenes de convivencia y creencias, reguladas y representados en diversas formas de
gobierno, confieren al arte sus propios valores estéticos. Por ejemplo, los valores estéticos son diferentes entre los japoneses, musulmanes o, budistas.
Las sociedades como la nuestra, regulada bajo una estructura capitalista, donde las tecnologías, de la información y la comunicación –todavía
desreguladas- imponen esquemas y reglas artísticos y estéticos con criterios predominantemente mercantilistas, se han venido deteriorando las
artes y la cultura en general, diversificando los estilos y corrientes artísticas, desde las hasta modernas, se han convertido en manifestaciones insólitas y hasta absurdas.
Para concluir, la actividad artística humana hoy en día es tan diversa, como
la multiculturalidad de los países.
En México esta condición es más que evidente, hay tantas manifestaciones
artísticas como estados, pueblos, barrios, grupos e individuos. Se tiene tan
internalizada la mixtura creativa, que difícilmente se pueden clasificar
corrientes artísticas, aunque la influencia de la globalidad cultural lo
imponga las vanguardias famosas de apenas el siglo pasado y parte de lo que llevemos en este siglo XXI: cubismo, surrealismo, abstraccionismo,
hiperrealismo, etc.
Pero volvamos a México y su enorme riqueza cultural histórica. Yo veo, que en la comprensión, fomento y difusión del arte, en un contexto
contemporáneo, al menos en el sistema educativo nacional, no hay ni la visión, ni la intención, ni los recursos para replantear las actividades
artísticas y conferirles su importancia por medio de la educación, en el ámbito escolar, las disciplinas relacionadlas con el arte, están sistémicamente consideradas de segundo orden, a sabiendas que la TICS y ahora las IA están rebasando lo humano que las artes potencian.
Es inaplazable como dije, replantear la educación con base en las áreas
artísticas, con el objeto de revalorar las disciplinas humanistas que ayudan tanto al desarrollo corporal, sensorial y creador del hombre, obviamente para lograr un equilibrio entre lo humano con lo científico y tecnológico, que hoy prevalece abrumadoramente.