Presentan obra nueva de Salvador Rodríguez en Zapopan


Salvador Rodríguez C. (la C. lo distingue de un homónimo que también pinta), ahora está exponiendo catorce cuadros de gran formato en la planta alta del antiguo palacio municipal de Zapopan, convertido ahora en museo.

Presentan obra nueva de Salvador Rodríguez en Zapopan
Cultura
Marzo 15, 2023 15:25 hrs.
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Carlos Prospero › Informativo Nacional

Hace algunos años encontré a Salvador Rodríguez Castañeda en el laboratorio de la Procuraduría de Justicia del Estado. Hacía retrato hablado y levantamiento visual del lugar de los hechos.
Alguna vez debe haberse topado con un asesino o con un muerto, pues no era difícil encontrarse con la muerte en ese espacio de trabajo.
Encontrarse con ella es una experiencia realmente tremenda, tan fuerte que modifica radicalmente la vida de quien la tiene a tiro de piedra.
Un maestro sufí me dijo una vez que quien conoce algo así se queda mudo y se vuelve su guardián: Así es el conocimiento.
Quien ha visto a la muerte tiene una vida diferente, a tal grado que en todo momento se reconoce que su mundo tiene otra dimensión, razón de más para encuadrar la visión del mundo manifiesta en estos cuadros que ahora están a la vista de todos.
Salvador Rodríguez C. (la C. lo distingue de un homónimo que también pinta), ahora está exponiendo catorce cuadros de gran formato en la planta alta del antiguo palacio municipal de Zapopan, convertido ahora en museo.
Desde una autopsia en la que las figuras que intervienen están delineadas según su posición social, su intervención en la vida de una persona, un átomo en movimiento, unas golondrinas remontando hacia el infinito a la velocidad de la luz, un árbol de luz que se transforma en su contrario, un alma que sale de su cuerpo para entrar en otro cuerpo, una metempsícosis (’la mete, ¿qué?’, preguntó Molly Bloom en su fluir de conciencia), el cambio, el hombre que en sus reflexiones toma conciencia de la vida y de la muerte.
René Girard descubre que la relación de los hombres dejó de ser trascendente, vertical, y se convirtió en inmanente, horizontal, por lo que el hombre perdió su relación con la divinidad y se quedó en plena tierra: el hombre contra el hombre, sin intermediario alguno, el hombre desolado y solo.
Sin embargo, Salvador Rodríguez C. ha vuelto a buscar esa trascendencia desde lo humano, desde el hombre mismo, en esa horizontalidad, la cual registra mediante el movimiento interno de las cosas expresadas en sus cuadros.
La vida, nos dice Salvador a través de sus figuras y el color, tiene su propio movimiento, que nace de ella misma, que afecta a todo lo que está a su alrededor generando una dinámica que solamente se siente, que golpea en pleno rostro como una ráfaga de viento y nos deja estupefactos, pero con la
conciencia despierta.
Si los colores, bermellones, amarillos, azules y negros, directos, y los colores secundarios más sutiles, pero igual de intensos, nos inducen a abrir los ojos a la conmoción del espíritu, las formas curvas, las líneas que se proyectan y se desvanecen formando una nueva proporción, una figura diferente superpuesta como un fantasma al que puede verse y oírse, diluida entre las capas de colores que van de lo brillante a lo oscuro, de o claro a lo difuso.
Las figuras estilizadas, anónimas, llenas de un color que vibra con suficiente intensidad, son largas como relámpagos que unen la tierra con el cielo, lo particular con lo universal, el amor como liga entre los extremos, como una cuerda vibrando en el diapasón de la existencia.
Los óleos son tremendos, en dimensión, a la luz de la tarde, y el alma se pregunta qué es lo que indican en el más allá de ellos, a dónde nos llevan.
El hombre busca sabiendo que lo que encontrará no es lo que su ilusión le dicta, pero será algo concreto, verdadero, como lo que la obra de Salvador nos propone.
Salvador Rodríguez C. tiene, tal como lo percibimos en sus cuadros de colores violentos, raudos, girando sobre sí mismos como una vorágine, y sus figuras apacibles, delineadas, siempre con sus sombras aun cuando no hay sol que las refleje, un espíritu que va al centro de lo humano y se envuelve más allá, en ese mar de lo inconsciente en el que todo mundo puede verse como en el remanso de esa corriente furiosa, vibrante y al mismo tiempo cálida, que es la vida.

La exposición de estos cuadros de gran formato de Salvador Rodríguez C. estará hasta el 28 de marzo en el edificio de la presidencia municipal de Zapopan (Av. Hidalgo 151).

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