El pasado 20 de julio se inauguró un mural en la estación migratoria ’Las Agujas’ de la Ciudad de México como una apuesta para la ’humanización’ de esos espacios carcelarios migratorios, pero para humanizar las estaciones migratorias no basta con pintar murales, se necesitan cambios de fondo, desde la Ley de Migración y su Reglamento hasta la política migratoria del país.
Una verdadera humanización significa dejar de criminalizar a las personas migrantes, dejar de incomunicarlas, brindarles información sobre sus posibilidades de regularización migratoria o solicitud de asilo y facilitar esos procesos, brindarles atención médica oportuna, y permitir la entrada de abogadas y abogados para la orientación a las personas. Mientras eso no suceda, estamos frente a una campaña de relaciones públicas del Instituto Nacional de Migración (INM) para limpiar su imagen a la luz de su responsabilidad en la muerte de 40 migrantes en Ciudad Juárez, el pasado 27 de marzo.
Un servidor público ético, más allá de murales, debería separarse de su cargo mientras siga el proceso penal en su contra, lo que no ha sucedido con el titular del INM, Francisco Garduño, que a la fecha permanece al frente de la institución.
Además de pintura, el INM, el Congreso y la Organización Internacional para las Migraciones han abierto procesos para actualizar la Ley de Migración y su Reglamento. Estas reformas necesitan incorporar las sentencias recientes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que declaran inconstitucionales las revisiones migratorias al interior del país, ya que aplican perfilamientos raciales y dejar atrás las ’detecciones’, ’identificaciones’ y ’rescates’ de personas migrantes víctimas de extorsión, abuso físico y secuestro porque tienen que contratar a traficantes para tratar de evitar esas revisiones.
También tendrían que incorporar el principio legal de la detención migratoria como último recurso, el límite en la detención administrativa de 36 horas y el derecho a una defensoría pública. Transformar las estaciones migratorias en centros de información y procedimientos de regularización sería un paso importante.
Más allá de la incorporación de las sentencias de la Corte, una verdadera transformación tendría que incluir la desmilitarización de la contención migratoria, dejando a la Guardia Nacional para trabajar en temas apremiantes en el país, en vez de incorporarla en los mecanismos de extorsión y abuso hacia poblaciones vulnerables como ha sido desde 2019.
En el evento de los murales, Francisco Garduño pidió perdón a los migrantes ofendidos por palabras o conductas de parte de Migración en el contexto del incendio en Ciudad Juárez. Sin embargo, falta realizar un acto público de perdón a las víctimas del Estado, con ellas y sus familias, máxime cuando sobrevivientes del incendio se encuentran en la Ciudad de México. ’Sin las víctimas y las familias, una disculpa o perdón público son palabras al aire’. Una disculpa pública debe incorporar garantías de no repetición y acompañarse de una efectiva reparación integral del daño.
Nosotras, organizaciones de la sociedad civil con más de dos décadas de trabajo por los derechos de las personas migrantes y con necesidades de protección, pedimos un verdadero compromiso para eliminar la detención migratoria, transformar o cerrar las estaciones migratorias, como una muestra de cambio en la política migratoria de contención del país.
No basta con pintar murales y limitar la detención a 36 horas, muchos de los migrantes en la estancia migratoria de Ciudad Juárez estuvieron menos de 36 horas detenidos y 40 terminaron muertos, 27 con afectaciones de por vida a su salud física y emocional, y 15 mujeres sobrevivieron con consecuencias psicológicas. El hecho de que los agentes no abrieran la puerta y dejaran a 67 personas asfixiarse y quemarse indica una cultura de criminalización que dejó de ver a los migrantes como seres humanos.
La pintura no puede tapar más de 50 muertes en estaciones migratorias y 80 recomendaciones por falta de acceso a comunicación, salud, pésimas condiciones, abuso físico y sexual, tortura y muerte en estaciones migratorias, durante los últimos 30 años.
