Maullidos Urbanos
Gato de Barrio
Con el paso del tiempo resulta natural que algunas partes del cuerpo humano sufran desgaste y se requiera a una serie de medidas para subsanar ese deterioro. Por ejemplo, una de esas condiciones es la vista cansada, cuyo término médico es presbicia, es decir cuando existe dificultad para mirar de cerca, la necesidad de alejar de la vista materiales de lectura, junto con irritación ocular y dolor de cabeza, padecimiento que empeora progresivamente con el tiempo.
Este deterioro afecta comúnmente a adultos desde los 40 a 45 años, incluso hoy día la padecen mil 800 millones de personas, donde más del 80% mayores a 50 años la desarrollan. Además, se estima que para el año 2030 serán dos mil 100 millones de individuos afectados, aunque afortunadamente desde los 65 años el problema visual tiende a detenerse.
De acuerdo con los especialistas la presbicia se explica por el endurecimiento del cristalino –’lente’ del ojo responsable de enfocar objetos localizados a diferentes distancias– junto con el mal funcionamiento del músculo y las fibras que lo regulan. Para distinguir letras y objetos este lente se aplana al ver de lejos y se engrosa al mirar de cerca. Con el tiempo, las proteínas del cristalino se dañan y agrupan, endureciéndose, por lo cual adopta una forma más delgada y aplanada, que limita el poder ver correctamente los objetos cercanos.
Esta situación es conocida desde hace muchos siglos. Una primera solución surgió en la Edad Media en Europa, cuando se recurrió al uso de lentes convexos colocados frente a los ojos; posteriormente, en la edad contemporánea y con el desarrollo de ideas ilustradas se hallaron tratamientos más efectivos y cómodos, como el uso de lentes colocados sobre la nariz. Más recientemente, se ejecuta la cirugía para mejorar el estado refractivo del ojo con la implantación de un lente o la modificación de la córnea con ayuda de un láser.
Otra alternativa es el tratamiento farmacológico basado en pilocarpina, producto natural, consistente en gotas oculares, que además de ser poco invasivas son más cómodas pero sus resultados no son permanentes, a diferencia de las cirugías.
Pero ya existe un nuevo recurso: gotas de aceclidina aplicadas cada diez horas, la cual reduce la presión del globo ocular, para provocar que los músculos de la pupila se contraigan, se reduzca el diámetro de la pupila y mejore la agudeza visual al enfocar los objetos cercanos.
La aceclidina tiene más de 60 años. Inicialmente fue sintetizada e investigada farmacológicamente en la década de los sesenta en la ya desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y, posteriormente, en Europa y Estados Unidos, como tratamiento para glaucoma, aunque otros tratamientos la han reemplazado con fármacos semejantes como primeras opciones.
Afortunadamente, en este año una reformulación de aceclidina como tratamiento para la presbicia ya fue aprobada por la Food and Drug Administration (FDA) norteamericana para su comercialización, aunque por el momento no se ha informado cuál será su costo ni cuándo podría ser autorizado por las autoridades sanitarias mexicanas para ser usado en el país.
Aunque la información difundida no lo señala, se puede anticipar que esta medicina no servirá para corregir otras condiciones oftálmicas como miopía, hipermetropía o astigmatismo, por lo tanto quienes sufren estos padecimientos deberán resignarse a seguir utilizando anteojos para tener una mejor visión.