Maullidos Urbanos
Gato de Barrio
Después de que el pasado 10 de septiembre explotara una pipa de gas en el Puente de la Concordia, en Iztapalapa, en los límites del Estado de México, donde hubo más de cien heridos y de treinta fallecidos, Claudia Brugada, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, anunció medidas para regular el transporte de sustancias y materiales peligrosos en calles de la capital.
Para ello se modificará el Reglamento de Tránsito a fin de establecer, entre otras medidas, que el límite de velocidad de transportes con sustancias peligrosas sea 30 kilómetros por hora; la colocación de radares móviles en los cinco accesos carreteros a la ciudad, para controlar y sancionar cualquier exceso; prohibir la circulación de unidades con más de 40 mil litros de carga de materiales tóxicos o hidrocarburos y, en vías secundarias, de pipas con más de 10 mil litros de hidrocarburos. Además, vehículos con más de 20 mil litros de hidrocarburos sólo podrán operar de las 10 de la noche a las 5 de la mañana.
De ninguna forma se pueden descalificar estas medidas con las cuales se busca evitar nuevos y mortales accidentes en calles de la Ciudad de México, pero se debe considerar un importante factor: el humano, es decir conductores tanto de transporte público como privado.
Porque no importa que se apliquen las mayores y más estrictas medidas preventivas y de seguridad y se endurezcan las sanciones legales, se requiere mejorar las medidas para que los conductores manejen siempre con los mayores márgenes de seguridad posible.
Por supuesto, accidentes como el de la mencionada pipa resultan lamentables, pero también constantemente suceden otros en todo el país, causados por choferes irresponsables. Basta recordar el sucedido en Atlacomulco el 8 de septiembre, cuando un autobús de dos pisos de la Línea Herradura de Plata, intentó ganar el paso a un ferrocarril, con un saldo de al menos diez fallecidos y de cincuenta lesionados. Supuestamente se manejan las versiones de que el chofer no escuchó el silbato del tren por tener audífonos o música del radio a alto volumen,
También suceden otros donde los daños personales no resultan tan graves, pero son situaciones que deben evitarse a toda costa, cuando estos eventos se repiten constantemente incluso en taxis y autobuses urbanos, los cuales se minimizan por solo existir daños materiales.
Para ello los exámenes de manejo para expedir las correspondientes licencias de todo tipo –de motociclista, conductor, chofer de transporte público, de carga o de material riesgoso–, sean más rigurosos y se apliquen sanciones más severas a los infractores. Posiblemente no se terminen con estos lamentables siniestros, pero seguramente serán menos.