MÁGICO SINCRETISMO POLICROMÁTICO POR LOS DIFUNTOS EN TLAQUEPAQUE


El XV Festival de Muertos en San Pedro Tlaquepaque concluyó reafirmando su vocación cultural y turística.

MÁGICO SINCRETISMO POLICROMÁTICO POR LOS DIFUNTOS EN TLAQUEPAQUE
Cultura
Noviembre 03, 2025 19:20 hrs.
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Redacción/TEN › Informativo Nacional

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El verdadero espíritu de la tradición se cocinó en los detalles íntimos y los gestos discretos que solo un Pueblo Mágico rebosante de gente puede ocultar.
Miles de personas locales y turistas de diversos países se acrisolaron en las arterias principales, compartiendo un sincretismo colorido, palpable en el aroma a cempasúchil y copal. El ambiente era un mosaico de vida: papel picado, figuras de calaveras, y la elegancia del maquillaje alusivo a La Catrina y la muerte garbancera inundaron cada rincón, creando un ambiente festivo familiar inolvidable.
En un vibrante crisol de cultura y memoria, San Pedro Tlaquepaque concluyó las jornadas centrales de su XV Festival de Muertos "Tradición Viva", confirmándose un año más como el epicentro de esta ancestral celebración en el Occidente de México. Miles de personas locales y turistas de diversos países se acrisolaron en las calles empedradas, compartiendo la tradición mexicana en un espectáculo de arte y devoción que tuvo como eje temático el futbol y la eternidad.
El Pueblo Mágico, conocido por su riqueza artesanal, se transformó del 23 de octubre al 2 de noviembre en un lienzo monumental donde la vida y la muerte se dieron cita en una atmósfera de júbilo y respeto. La afluencia, que superó las expectativas con más de 360 mil visitantes, reflejó el profundo arraigo y el creciente atractivo internacional de esta festividad.
Desde el Jardín Hidalgo hasta la Calle Juárez, el aire se saturó con el aroma del copal y la presencia omnipresente del cempasúchil. El paisaje urbano se engalanó con los elementos esenciales de la tradición: Figuras de calaveras y representaciones de la muerte garbancera, encarnada en el elegante maquillaje alusivo a La Catrina, que desfiló en galas y procesiones multitudinarias.
Otro aspecto que destacó por su autenticidad y creatividad fue una singular caracterización. En el corazón del festejo, se presentó una versión única de la figura de la muerte:



La estudiante de teatro de la Casa de la Cultura Tlaquepaquense, Lorena, se elaboró un atuendo completo con papel picado.
El traje, llamativo y de compleja confección artesanal, convirtió a Lorena en una Catrina enigmática, atrayendo la mirada de los transeúntes.
Su presencia fue un recordatorio visual de que Tlaquepaque, cuna de artesanos, es también un semillero de talentos que reinterpretan las costumbres con materiales humildes y un toque de ingenio artístico.
Un Banquete para el Alma: Los Sabores de la Tradición
La experiencia sensorial se completó con la riqueza de la gastronomía de la temporada. El ambiente cultural fue realzado por un despliegue de antojitos y dulces tradicionales que acompañan el retorno de los espíritus: El dulce y firme turrón, los crujientes buñuelos enmelados y azucarados, los humeantes esquites (maíz cocido), los esponjosos algodones de azúcar, bebidas ancestrales como el pulque. Junto con estos manjares, el humo purificador del copal e incienso se elevó al cielo, guiando a las almas y sellando la atmósfera de profundo respeto y alegría que solo el Día de Muertos.
Altares que rindieron un emotivo homenaje a los difuntos, incluyendo el imponente altar más grande del mundo, dedicado este año a figuras icónicas del fútbol como Pelé y Maradona, un guiño a la temática mundialista del festival.
En medio del frenesí y el esplendor de las ofrendas públicas, un modesto altar instalado en la panadería "El Ángel Daniel" capturó la esencia más profunda de la tradición familiar, un detalle que pasó desapercibido para la gran mayoría.



En el centro de la ofrenda, sobresalía una pieza de pan casi extinta en las festividades modernas: el pan llamado "difunto". A diferencia del popular pan de muerto con azúcar y huesos, esta hogaza artesanal, de forma sencilla y significado solemne, era una ofrenda íntima.
Según las personas encargadas del negocio, la pieza fue dedicada al niño por quien lleva el nombre la panadería. Se trataba de una tradición familiar que data de generaciones, arraigada anteriormente en la colonia del Fresno en Guadalajara.
Una de las descendientes panaderas comentó con emoción que ya desde su tatarabuelo se realizaba esta singular ofrenda. En este 2025, correspondió al abuelo del menor fallecido hacerlo, manteniendo viva la conexión familiar a través de la harina y el recuerdo. Este gesto silencioso demostró que, más allá del espectáculo, la tradición reside en la memoria cocinada y compartida en familia.
El programa del festival fue una celebración continua. La majestuosidad del Gran Altar instalado en el Museo Regional de la Cerámica y la apertura de la Muestra de Altares en el Centro Cultural El Refugio fueron puntos de encuentro para la reflexión y el arte.
Momentos clave como el Desfile de Día de Muertos y la solemne Procesión de Novias y Catrinas se convirtieron en el corazón de la fiesta, donde familias enteras y visitantes extranjeros se sumaron, muchos con los rostros pintados, para rendir tributo a la memoria de sus seres queridos.



"Más que una simple conmemoración, Tlaquepaque nos regala una lección de vida a través de la muerte. Es un ambiente festivo familiar, lleno de respeto y alegría, donde todos, sin importar su origen, nos sentimos parte de esta tradición," comentó Ana Laura Pérez, una turista española visiblemente conmovida por la experiencia.
Las noches se iluminaron con el Encendido de Velas y el Ritual Prehispánico y se llenaron de música con la recreación viva del mural "Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central" de Diego Rivera, reafirmando que, en San Pedro Tlaquepaque, la muerte es motivo de celebración y reencuentro.
El XV Festival de Muertos no solo superó sus récords de asistencia y derrama económica, sino que consolidó a Tlaquepaque como un referente mundial de la cultura mexicana, invitando a propios y extraños a vivir de cerca la magia de la "tradición viva".
El Motor Económico y la Agenda Cultural del Festival de Muertos 2025
El XV Festival de Muertos en San Pedro Tlaquepaque no solo fue un triunfo cultural, sino también un evento clave para la economía de la región, combinando tradición con una planificación que buscó impactar positivamente a la comunidad local.
Impacto Económico: Récords y Derrama Millonaria
El festival se consolidó como uno de los generadores de ingresos más importantes para el Pueblo Mágico. La afluencia masiva de visitantes, tanto nacionales como extranjeros, se tradujo directamente en un impulso económico para los artesanos, comerciantes y prestadores de servicios turísticos.

Indicador Cifra Estimada Detalle
Afluencia Total fue de más de 360 mil visitantes, entre turistas y locales, quienes asistieron del 23 de octubre al 2 de noviembre, dejando una derrama económica, cercana a los 100 millones de pesos que benefició directamente a hoteles, restaurantes, galerías de arte y artesanos.
La generación de empleo también se vio favorecida con incontables empleos temporales y la participación de artistas, danzantes, colectivos y personal de logística y seguridad.
La presidente municipal, Laura Imelda Pérez Segura, destacó que el festival no solo preserva las tradiciones, sino que "genera una derrama económica significativa y una magia única que distingue a Tlaquepaque," gracias a la coordinación entre la comunidad, el gobierno y el sector empresarial.

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