En la opinión de Elvia Andrade Barajas
Elvia Andrade Barajas
* Despertaron al tigre. Uruapan ruge por ¡JUSTICIA!
* Con gritos de ¡Asesino! Y un golpe corren al gobernado
* Marchas y destrozos en Palacio de Gobierno
* Repudian informe de Harfuch. ’Nunca le dieron protección’
* Fuera Claudia¡ ¡Fuera Bedolla!: grito popular
No fue un asesinato cualquiera. Fue una ejecución pública, política y simbólica. Carlos Manzo, presidente municipal de Uruapan, Michoacán, fue asesinado la noche del 1 de noviembre, durante el Festival de Velas, en pleno Día de Muertos. Lo mataron frente a su pueblo, a su hijo, a la música que entonaba La Llorona como presagio ritual. Y al hacerlo, lo inmortalizaron. Lo que el poder quiso borrar, el pueblo lo convirtió en estandarte. Lo que el narco quiso silenciar, la ciudadanía convirtió en grito: ¡Nació un héroe !
Era una noche de papel picado, velas encendidas y música tradicional. Carlos Manzo, nacido el 8 de mayo de 1985 en Uruapan, acababa de terminar su presentación en el Centro Histórico de su tierra natal. Caminaba entre la gente, acompañado por su hijo.
No llevaba chaleco antibalas. Era un evento familiar. Había niños, flores, puestos de pan de muerto. La Llorona sonaba en una bocina cercana.
De pronto, entre la multitud, se abrieron paso los sicarios.
Se acercaron sin prisa, como si supieran que nadie los detendría. Uno levantó el arma.
Se escuchó el primer disparo.
Luego otro.
Y otro. Fueron siete en total. Cada uno como un golpe seco contra la esperanza.
Carlos cayó. Su hijo gritó. La gente corrió. Algunos se agacharon. Otros lloraban. Las velas temblaban. El papel picado volaba. Y La Llorona seguía sonando, como si cantara por él:
"Ay de mí, Llorona, Llorona, Llorona de azul celeste..."
Los escoltas reaccionaron tarde, tanto que son investigados como sospechosos del facilitar el atentado. Uno de los agresores murió. Dos fueron detenidos. Pero el daño ya estaba hecho.
El cuerpo de Manzo quedó tendido entre las velas, como una ofrenda involuntaria. La escena parecía una película, pero era México. Era Uruapan. Era real.
Y mientras el cuerpo de Manzo aún yacía entre velas y papel picado, Morelia ardía en indignación y este domingo cientos de jóvenes tomaron las calles.
En la mente de todos resonaban las denuncias públicas de Manzo contra el gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez, entre ellas esa en la que directamente y con indignación advirtió en un video difundido en sus redes sociales: