Mientras la esperanza de decenas de madres se mantenía viva en el pasillo del Ayuntamiento de Ecatepec, aguardando una audiencia para exigir avances en la búsqueda de sus hijos desaparecidos, dentro del edificio público se realizaba una celebración oficial con mariachi, pastel y comida. El contraste entre la música festiva y los rostros de quienes claman justicia es más que simbólico: es el retrato de una institución que ha normalizado el desdén por la tragedia ajena.
El evento ocurrió en horario laboral, dentro de la oficina del sexto regidor, Walter Fernando Rocha. La escena fue documentada por el Colectivo Feminista Ehécatl, quienes confrontaron a los asistentes, entre ellos Marco Tulio Cisneros, hermano de la presidenta municipal Azucena Cisneros Coss, quien intentó evitar ser grabado, escondiéndose tras un pilar como si el anonimato pudiera lavar la indiferencia institucional.
👩👧👦 Las madres buscadoras no fueron atendidas, y cuando exigieron explicaciones, recibieron evasivas. Funcionarios como la jefa de oficina Rocío —encargada de coordinar audiencias— esquivaron los reclamos como si la incomodidad les eximiera del deber público. Más grave aún: se justificó la fiesta como algo ’personal’, ignorando que se realizaba en instalaciones pagadas por el erario, mientras se negaba atención a víctimas de desaparición forzada.
🔎 ¿Qué revela este episodio?
- Un patrón de negligencia institucional hacia colectivos de víctimas.
- La incapacidad del gobierno municipal para responder de forma ética y humana ante situaciones de dolor social.
- Una peligrosa desconexión entre autoridades y ciudadanía, agravada por la falta de mecanismos eficaces de rendición de cuentas.
🛑 ¿Quién responde por este agravio?
La presidenta municipal Azucena Cisneros guarda silencio. La gobernadora Delfina Gómez y la presidenta Claudia Sheinbaum han sido interpeladas por los colectivos, pero hasta ahora no hay pronunciamientos firmes. En un país donde la impunidad suele ser el protocolo, esta escena no sorprende, pero sí hiere.
Esta noticia no solo denuncia un hecho puntual, sino que pone en evidencia el abandono sistemático que enfrentan las familias que buscan a sus desaparecidos. En lugar de atención, reciben indiferencia; en lugar de respuestas, evasivas; y en lugar de empatía, música de mariachi.