Maullidos Urbanos
Gato de Barrio
Parafraseando a Rubén Figueroa, célebre exgobernador de Guerrero, se puede decir que a más de tres años de realizarse las próximas elecciones presidenciales, para Andrés Manuel López Obrador la caballada de la izquierda o más exactamente, de la autollamada Cuarta Transformación, se encuentra gorda.
Recientemente el presidente de México dio el banderazo de salida para la nominación de la candidatura presidencial del 2024 y aseguró que la tradición del ’tapado’ en la sucesión presidencial, tradicional en el priismo, ya quedó en el pasado pero, sin embargo, ya abrió su baraja con seis presuntos aspirantes a sucederlo.
A quienes considera como parte del ’flanco progresista’ e integrantes del relevo generacional, citó a Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la CDMX; a Juan Ramón de la Fuente, embajador de México en la ONU; a Esteban Moctezuma, embajador de México en Estados Unidos; así como a Marcelo Ebrard, Tatiana Clouthier, Rocío Nahle, secretarios de Relaciones Exteriores, Economía y de Energía, respectivamente.
La expresión de Figueroa se formuló en el sexenio de Luis Echeverría Álvarez, pero fue en el sentido de que ’la caballada estaba flaca’; al considerar que los entonces siete supuestos presidenciables -Luis Enrique Bracamontes, Mario Moya Palencia, José López Portillo, Augusto Gómez Villanueva, Hugo Cervantes del Río y Porfirio Muñoz Ledo, secretarios de Obras Públicas, Gobernación, Hacienda, Reforma Agraria, Presidencia y Trabajo y Previsión Social, así como Carlos Gálvez Betancourt, director del Seguro Social-, no cubrían las expectativas.
Aunque López Obrador afirmó que será el pueblo quién decidirá a su sucesor, la verdad es que su caballada no está tan gorda como pretende. De antemano ya se sabe que su elegida es Sheinbaum y quien podría hacerle sombra serían Ebrard, Juan Ramón de la Fuente y Esteban Moctezuma, todos con experiencia política aunque los dos últimos no han expresado su interés en participar en el proceso y a Clouthier y Nahle se les consideran muy verdes.
Debe señalarse que existe un caballo negro ignorado por López Obrador: el senador Ricardo Monreal, quien en el 2018 aspiraba a la jefatura de gobierno capitalino, pero tuvo que conformarse con ser senador y aunque escuchó voces de otros partidos, siguió leal a Morena.
Sin embargo, para el 2024 Monreal podría ya no acatar los deseos presidenciales y probablemente podría aceptar ser postulado por otro partido, lo cual afectaría la unidad morenista y pondría en riesgo la deseada continuidad de las políticas lopezobradoristas.