El Tijeretazo Político
Joaquín Bojorges
El asfalto del Estado de México está agrietado, pero no por el paso del tiempo ni por las lluvias: se resquebraja bajo el peso de la corrupción institucional. El caso que sacude hoy a la Junta de Caminos del EdoMéx es emblemático, porque no sólo pone en entredicho el uso de los recursos públicos, sino también la ética de quienes deberían velar por su correcta aplicación.
El director del organismo, Mario Ariel Juárez Rodríguez, enfrenta señalamientos contundentes: entre 2023 y 2024 otorgó más de veinte contratos fantasma a empresas sin capacidad operativa y con historial de incumplimientos. Se estima que hasta mil millones de pesos fueron adjudicados sin evidencia de ejecución. Carreteras que deberían estar rehabilitadas siguen llenas de baches, y el concreto del gasto sigue sin cuajar en realidades visibles.
El nepotismo también pavimenta esta ruta irregular. Juárez habría designado a su pareja como Subdirectora de Administración, y a su cuñado al frente de Asuntos Jurídicos. Ambos con poder sobre contrataciones y pagos, configurando una red cerrada donde la rendición de cuentas no tiene cabida.
Las denuncias de trabajadores por nóminas infladas, cobros indebidos y la ausencia de una declaración patrimonial actualizada, dibujan el perfil de una administración blindada por el silencio. Mientras tanto, circulan versiones sobre vehículos de lujo y bienes adquiridos que no corresponden con los ingresos declarados.
Este caso es más que una investigación administrativa: es una oportunidad para preguntarnos cómo llegamos aquí. ¿Qué mecanismos fallaron para que este tipo de manejo pasara desapercibido durante tanto tiempo? ¿Cuántas juntas similares operan bajo dinámicas similares sin que alcancen el ojo público?
La presidenta Claudia Sheinbaum ha advertido que el nepotismo será sancionado conforme a la ley. Pero el discurso necesita traducirse en procesos efectivos, en auditorías que no se queden en comunicados, y en acciones que trasciendan el castigo individual. Porque el problema no es sólo quién tomó el dinero, sino qué sistema lo permitió.
Desde el municipio más alejado hasta la capital mexiquense, los ciudadanos saben que los caminos no sólo conectan destinos: conectan confianza. Y hoy, esa confianza está rota.