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Embajadora institucional

Embajadora institucional
Política
Julio 12, 2020 22:01 hrs.
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Adrián Chavarría Espinosa › Informativo Nacional

Durante la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a Washington, para reunirse con su homólogo norteamericano Donald Trump, se reconoció la gran labor diplomática desarrollada por Marcelo Ebrard Casaubón, secretario de Relaciones Exteriores, y de Martha Bárcena Coqui, embajadora de nuestro país en Estados Unidos.
Aunque se anticipaba una visita conflictiva y negativa para López Obrador, gracias al desempeño de la cancillería y embajada, se logró planchar la visita para marginar temas conflictivos y eliminar riesgos, por lo cual ambos mandatarios calificaron de positivos sus resultados aunque, finalmente, no se reportó haberse alcanzado acuerdos económicamente significativos o políticos trascendentales.
El presidente mexicano reconoció el trabajo de ambos funcionarios, pero para Ebrard, quien además de colocarse como un importante colaborador al destacar sobre el resto de sus compañeros de gabinete, lo que resulta importante para sus futuras aspiraciones políticas.
En el caso de la embajada en Estados Unidos, estratégicamente siempre a su titular se le ha considerado como un cargo de alta responsabilidad, incluso comparable con el de una secretaría de estado, debido a las consecuencias de las relaciones de nuestro país no solo con una nación vecina, sino con la principal potencia económica del mundo.
Pero ¿qué tanto se conoce de Bárcena Coqui para que haya sido designada para desempeñar esa responsabilidad diplomática, máxime que ella no es identificada como alguien cercana a López Obrador o a Morena, su movimiento político?
Veamos brevemente sus antecedentes. Ella nació en Veracruz el 2 de marzo de 1957; es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Iberoamericana y en Filosofía por la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma, con Maestría en Estudios Internacionales por la Escuela Diplomática de España y en Filosofía Política por la Universidad Iberoamericana.
Es personal de carrera del Servicio Exterior Mexicano desde 1979 y alcanzó el rango de Embajadora en 2005. Ha representado a México ante la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación, el Programa Mundial de Alimentos, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola y el Consejo de Gobierno del Instituto Internacional para la Unificación del Derecho Privado; embajadora de México en Turquía, Dinamarca y cónsul en Barcelona, además de ser representante en diversos organismos mundiales.
También desempeñado diversas responsabilidades administrativas en la Secretaría de Relaciones exteriores, ha organizado y participado en más de quince visitas de estado y oficiales, de presidentes y jefes de estado y de gobierno a México; también ha sido profesora en la Universidad Iberoamericana, en el Instituto Matías Romero en el Centro de Estudios Superiores Navales de la Secretaría de Marina, en las áreas de seguridad nacional de Estados Unidos y de operaciones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas.
En diciembre de 2018, Bárcena fue propuesta por López Obrador como embajadora de México en Estados Unidos, nominación que fue aprobada para convertirse en la primera mujer en la historia de México en ocupar ese cargo.
Ahora, con más de cuarenta años de carrera del Servicio Exterior Mexicano, resulta evidente que Bárcena ha trabajado para administraciones federales encabezadas por gobiernos del PRI, del PAN y ahora de Morena, lo cual demuestra que más allá de simpatías partidistas se ha desempeñado de manera institucional, es decir, respondiendo positivamente a las necesidades oficiales de la nación.
Sin duda es un ejemplo de los muchos existentes en los tres niveles de la administración pública, donde los trabajadores buscan cumplir fiel y lealmente no a los responsables temporales de las distintas dependencias, sino a verdaderamente cumplir con el trabajo asignado para beneficiar a la sociedad.
Sin embargo, una gran cantidad de estos servidores públicos han quedado marginados de sus empleos en diferentes áreas. Recuérdese que al tomar posesión de la presidencia, López Obrador decretó la liquidación de gran cantidad de personal de planta y la no recontratación de empleados de honorarios, bajo la propuesta de impulsar un gobierno austero.
Seguramente entre muchos de esos despedidos existían gran cantidad de empleados institucionales, responsables y dedicados a trabajar, repito más allá de cuestiones partidistas, pero en lugar de realizarse un análisis para mantener a los elementos más valiosos se optó por un corte tipo machete, sin mayores consideraciones, únicamente reducir la cantidad pero sin considerar la calidad.
Ojalá y se reconociera a este tipo de servidor público, dispuesto a trabajar honradamente y en beneficio del país.

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