El aceite de oliva virgen extra es un tesoro líquido que exige cuidado. No se vuelve ’malo’ al calentarse, pero pierde parte de su esencia si se supera su punto de humo, que ronda entre 175 °C y 210 °C según su pureza y frescura.
A esas temperaturas se degradan polifenoles, antioxidantes y aromas, y puede alterarse su sabor. Aunque sigue siendo uno de los aceites más estables y saludables para cocinar, su mejor versión se disfruta a fuego medio o en frío. Bien tratado, conserva su carácter: el oro verde del Mediterráneo, símbolo de sabor, salud y cultura.
*Que sea una gran semana @inakiaa*