El Tijeretazo Político
Joaquín Bojorges
El Gobierno del Estado de México ha presentado su Paquete Fiscal 2026 con una narrativa contundente: inversión histórica en seguridad, infraestructura y vivienda, y la continuidad de una política de cero deuda. En tiempos de incertidumbre económica, el mensaje es claro: se busca administrar con responsabilidad y sentido social.
El dato más llamativo es que 54% del presupuesto se destina al bienestar social, acompañado de una inversión en infraestructura por 19 mil 818 millones de pesos, la más alta en los últimos años. La apuesta es ambiciosa: transformar la vida cotidiana de las familias mexiquenses con obras tangibles y programas de apoyo directo.
Sin embargo, detrás de las cifras surge la pregunta inevitable: ¿cómo garantizar que estos recursos lleguen efectivamente a quienes más lo necesitan? La historia reciente nos recuerda que los presupuestos pueden perderse en la maraña burocrática o en proyectos que no responden a las urgencias ciudadanas.
El discurso oficial insiste en que ’este paquete no es del gobierno, es del pueblo y para el pueblo’. La frase es poderosa, pero la confianza no se decreta: se construye con resultados. La transparencia en la ejecución, la vigilancia legislativa y la participación ciudadana serán claves para que el Paquete Fiscal no se quede en promesa.
Otro aspecto relevante es la continuidad de los subsidios fiscales y la creación de nuevos estímulos que, según el gobierno, generarán ahorros por más de 8 mil millones de pesos. Aquí se abre un debate interesante: ¿estos incentivos realmente impulsarán el empleo y la inversión, o terminarán beneficiando a los mismos sectores de siempre?
El Plan Integral para la Zona Oriente, con más de 3 mil millones de pesos, merece atención especial. Se trata de una región históricamente rezagada, donde la infraestructura social, la movilidad y la vivienda son necesidades urgentes. Si este plan se ejecuta con eficacia, podría convertirse en un símbolo de la transformación que se promete.
En conclusión, el Paquete Fiscal 2026 es una propuesta robusta y con visión social. Pero como todo presupuesto, su valor real no está en el papel, sino en la obra pública que se construya, en los servicios que se mejoren y en la confianza que logre generar entre los ciudadanos. La deuda cero es un buen principio; la rendición de cuentas será la verdadera prueba.