Crisis por abasto de gas

Aunque el presidente Andrés Manuel López Obrador y la jefa de gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum, intenten minimizar el problema con los gaseros y aseguren que no existe riesgo de desabasto de energético, la realidad es otra y no deberemos esperar a que pasen muchos días para que este problema, literalmente una bomba de tiempo, estalle.
Se debe precisar que son los intermediarios en la comercialización del energético quienes demandan se les autorice el aumento en el precio para que les resulte redituable su actividad, ya que en realidad por sí mismas las empresas gaseras no pueden satisfacer toda la demanda de los consumidores, no solo las de los hogares sino de negocios, como los restaurantes de todo tipo, quienes requieren un abasto oportuno y suficiente.
Pero mientras Sheinbaum dijo que se reunió con los inconformes, versión desmentida por los representantes de los gaseros, López Obrador en lugar de ayudar a conciliar, con sus declaraciones escala el conflicto; qué necesidad calificar a los gaseros por personas ’que tenían la mala costumbre de extorsionar a la gente’, lo cual es falso.
Según el presidente el inicio de operaciones de Gas Bienestar cayó mal a quienes ’controlaban el mercado’, ya que ofrecían un pésimo servicio y recordó que el objetivo de la empresa del estado es hacerse cargo del 51% del mercado de gas.
Sin embargo esa meta está lejos de ser alcanzada. Cuando en agosto se empezó a dar el servicio en la alcaldía de Iztapalapa, se calculaba que sería hasta principios del próximo año cuando se podría ampliarse a toda la Ciudad de México, para después pasar a los estados de México e Hidalgo. Entonces, alcanzar una cobertura nacional requerirá mucho más tiempo.
Incluso los distribuidores solicitaron ser considerados dentro del plan de ’Gas Bienestar’, ya que ellos además de estar totalmente regularizados y tener unidades y pipas para surtir gas a tanques estacionarios, pero nunca recibieron una respuesta oficial de las autoridades.
Aunque aparentemente los gaseros ya no harán nuevas manifestaciones ni bloqueos viales, por lo menos dejarán de laborar hasta tener una respuesta o una alternativa a sus peticiones. Precisaron que no es una medida de presión a la sociedad, sino una necesidad de obtener las ganancias necesarias para poder subsistir, por ello no salen a trabajar.
Es de esperar que las autoridades estén dispuestas a negociar con los gaseros, de lo contrario el conflicto se incrementará y podrían registrarse negativas secuelas en la economía nacional, la que apenas se está reactivando tras la pandemia de covid-19.