Cuando abrimos una botella de vino y no la terminamos, lo ideal es conservarla adecuadamente para disfrutarla después. Su principal enemigo es el oxígeno, ya que provoca la oxidación y altera aromas y sabores.
Para evitarlo, vuelve a colocar el corcho inmediatamente después de servir, procurando que quede bien ajustado. Guarda la botella en vertical en el refrigerador y lejos de la luz, ya que el frío ralentiza el proceso de deterioro.
En estas condiciones, el vino puede mantenerse entre tres y siete días. Un buen complemento es usar bombas de vacío o tapones especiales, que reducen el aire dentro de la botella y ayudan a conservar mejor su calidad.
*Salud @inakiaa