En la redacción, Ricardo Herrera escribía,
Con su pluma afilada, noticias compartía.
"El Ay Nanita" le decían con razón,
Pues su estilo causaba gran sensación.
La huesuda un día decidió visitarlo,
Y en su escritorio quiso invitarlo.
"Ricardo, Ricardo, tu tiempo ha llegado,
Deja el periódico, ven a mi lado."
Pero el periodista, con astucia y destreza,
Siguió escribiendo, sin mostrar pereza.
"Calaca querida, aún tengo que informar,
Las noticias del más allá debo contar."
Y así, entre letras y tinta, se quedó,
Ricardo Herrera, el Ay Nanita, no se rindió.
En el más allá, su voz resonaba,
Y hasta la muerte, sus crónicas escuchaba.