Fuertemente ha llamado la atención la permanencia de Diego Monráz Villaseñor al frente de la Secretaría de Transporte del Gobierno del Estado de Jalisco, hasta el momento se ha mantenido un reacomodo discreto en las diferentes áreas de SETRAN.
Amilkar Arnoldo López Zepeda, quien fungiera como director del transporte público en la pasada administración y quien cuenta con señalamientos judiciales en el vecino estado de Guanajuato, fue premiado por la entrante administración de Jesús Pablo Lemus Navarro, colocándolo al frente del sistema del tren eléctrico urbano.
Sin embargo, todo parece indicar que López Zepeda no ha sacado las manos del negocio que representa el denominado ’Modelo Ruta Empresa’, ’Mi Transporte’ ya que, desde el SITEUR, sigue ordenando y dirigiendo su espacio anterior, ocupado provisionalmente por Mariana Bulos, incondicional de Amilkar y quien, al igual que el titular de SETRAN, Diego Monráz, se mantienen en sus respectivos cargos, más que por el compromiso de servir a los jaliscienses, obligado por una serie de auditorías que se están llevando a cabo al interior de esta dependencia estatal.
Sin duda, lo que se externó desde que las autoridades encabezadas por Enrique Alfaro Ramírez, quien –dicho sea de paso- actualmente goza de cabal salud, allá en tierras seguras, (cruzando el Atlántico) recuperándose de tan desgastante actividad política en Jalisco.
Fue un modelo arbitrario, ventajoso y que ha repercutido en los bolsillos de los usuarios del transporte público y en detrimento de los transportistas (ilusionados por los visionarios secuaces de Alfaro), quienes pensaron que el negocio les iba a favorecer, lo cual no sucedió ni sucederá, ya que uno de los pecados capitales, la avaricia que les despertaron las autoridades, se vio superada por la voracidad y mentiras de quienes desarrollaron el ’modelo Ruta-Empresa’, ’Mi Transporte’, el peor de todos los implementados desde hace más de cuatro décadas.
Ni el llamado ’Macrobús’, tampoco el ’Peribús’ y las tres líneas de tren ligero ’masivas’ que les ha costado a los jaliscienses miles de millones de pesos y mantendrán a futuras generaciones endeudadas, resolvieron el problema de movilidad que vive el área conurbada de Guadalajara.
Una creciente mancha urbana sin orden, en donde las vialidades son mutiladas para justificar políticas absurdas en beneficio de minorías, un ejemplo son las zonas 30, la colocación de cámaras para multar y ampliar la recaudación.
Pero no pensaron en la importancia de la movilidad de personas con un buen servicio, por el contrario, les pusieron el signo de pesos y fueron eliminando rutas sistemáticamente, por una parte, obligando a que los usuarios gasten más tiempo y dinero en trasladarse de un punto a otro, cuando antes de que aplicaran su tan presumido modelo se hacía con mejor eficiencia y con rutas probadas y comprobadas (muchas de ellas hoy inexistentes).
El transporte público en Guadalajara y los municipios conurbados es un problema muy complejo, sin duda; pero, nos salío a los usuarios más caro el ’caldo que las albóndigas’, y peor la van a ver los que aplaudiendo una supuesta atención en la periferia rumbo a Tonalá, ya que con la ampliación del Peribús hacia la ex villa alfarera, poco a poco serán testigo de la desaparición de las rutas que actualmente les llevan hacía algún punto más céntrico, ya que el concepto de conectividad que pretenden imponer, está visto, es el obligar a llenar sus unidades ’masivas’, esas que le llevan a usted a donde no tiene por qué ir.
Resulta ilógico que todas las unidades del transporte urbano deban alimentar a las ’masivas’, en una lógica perversa que hace perder a los usuarios tiempo y afecta diaria y drásticamente la economía de miles de familias.
Ojalá que la auditoría que actualmente llevan a cabo en la Secretaría de Transporte (SETRAN) fuera de carácter federal, de la función pública y del SAT, sin duda encontrarían irregularidades muy especiales.